DOLOMITAS, EL JARDÍN DE LAS ROSAS
Actualizado: 6 may 2020
Suena difícil de creer pero los Dolomitas fue el archipiélago fósil mas grande del mundo, hace millones de años los Dolomitas no sólo estaban en el fondo del mar sino que además ¡estaban vivos! Eran un enorme arrecife de coral y por eso el título de esta sección. Este curioso dato lo tenemos gracias a un geólogo francés llamado Déodant de Dolomieu (más de uno ya habrá notado la relación). Fue él quien en el siglo XVIII caracterizó la roca que forma estos macizos, a la que dio el nombre de dolomía.
Los Dolomitas son muy diferentes al resto de los Alpes. Se caracterizan por tener valles amplios cubiertos de bosques y prados, desde los que se alzan verticalmente por centenares de metros, numerosos y aislados macizos montañosos.
Es un contraste muy marcado que por momentos puede confundir. Al manejar por la zona, por momentos parecía que perdíamos a las montañas y que sólo había campos. Pero de repente volvían a elevarse y nos envolvían por completo.
El aspecto recortado y agrietado que tienen los macizos se debe a la erosión del viento y de la lluvia, que por miles de años fueron gastando las capas más blandas. Así se formaron torres, grietas, agujas y angostos pasadizos en la roca. Los residuos de esa erosión se acumularon a los pies de las paredes de piedra formando los característicos ghiaioni (talud), como los que se ven en Monument Valley, Estados Unidos.
Los Dolomitas son como una ciudad gigante, donde los macizos son los rascacielos y los valles sus amplias avenidas. Y así como la mejor forma de conocer una ciudad es caminar por sus calles, la mejor forma de conocer los Dolomitas es pateando sus caminos.
La leyenda de Laurino, rey de los enanos, da explicación al fenómeno de la enrosadira (al alba y al atardecer las montañas se vuelven de color rosa) que tiene su efecto más marcado en el macizo del Catinaccio, o Rossergatten “jardín de las rosas” en alemán. Cuenta que conjuró su jardín de rosas para que se volvieran de piedra durante el día y la noche y evitar que los hombres las contemplaran. Al olvidar mencionar el amanecer y atardecer, dicen que la sombra de las rosas aparecen en esos momentos para teñirlo todo.